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Jardín botánico
21 septembre 2005

Del oscurecimiento

La catástrofe de Nueva Orleans ha sido, lejos de imprevisible y desafortunada, un producto esperable del cambio climático, ese fenómeno cuyas consecuencias no están más que empezando. La situación va a empeorar y los síntomas están en todas partes: desde la actual sequía de la Península Ibérica, hasta un incremento notable en la fuerza y la frecuencia de los huracanes. Un huracán, de hecho, no es más que el sistema por el que el océano se refrigera a finales del verano, a base de evaporar aire caliente hacia las capas altas y frías de la atmósfera (y antes de llegar a precipitarse por ese sumidero invertido, el aire que se acerca va girando velozmente en torno al centro, como el agua de una bañera gira en torno a su desagüe). Como los mares se están calentando, es normal que empeoren las tormentas tropicales. Pero eso no es más que el principio.

La producción de CO2 (residuo de toda combustión de hidrocarburos) crea efecto invernadero. Ese efecto invernadero altera el clima y produce calor. El calor evapora el agua dulce, funde los casquetes polares, y convertirá toda el agua del planeta en agua de mar no potable para los humanos, los animales y las plantas terrestres. En realidad, vistas las cosas a grandes rasgos, sólo hay dos grandes problemas ecológicos:

1. Primero el fin de la biodiversidad: cada vez que desaparece una especie porque alteramos su terreno, se pierde un libro genético en el que había escritos maravillosos tesoros biológicos acumulados por millones de años de evolución: soluciones al envejecimiento, al cáncer, a la inmunodeficiencia, resistencia a la congelación... Literalmente, trucos para volver de la muerte, como hacen ciertas ranas que se congelan en invierno y reviven en verano. La pérdida de estos tesoros biológicos crece exponencialmente porque en los ecosistemas unas especies dependen de las otras, y cada una que desaparece hace más frágiles a las demás. Por mucho que un planeta sin animales o plantas fuera horriblemente feo y triste, es casi peor el hecho científico de que nuestra supervivencia biológica (consumo de oxígeno producido por las plantas, medicinas producidas por todos los seres vivos, y alimentos) pendería de un hilo. Desgraciadamente, no hacemos casi nada para evitar que todas las especies (menos los insectos, claro, que son indestructibles por nosotros) sigan decayendo aceleradamente.

2. Y segundo, mucho más grave, el problema es que el planeta se está calentando muy deprisa. El efecto invernadero se había subestimado enormemente hasta hace un par de años. Los científicos han descubierto que una capa de contaminación está oscureciendo el planeta en lo que se llama el "oscurecimiento global". Suena horrible (aunque tiene un lado bueno perverso) y significa que se ha producido en 30 años una caída del 20% de la luz que incide sobre la superficie del planeta. La cuestión es que ese oscurecimiento global (producido por la ceniza, los sulfatos y todos los contaminantes generados al quemar petróleo, gas y carbón) es como un espejo a la altura de las nubes que refleja la luz del sol hacia el espacio e impide que una buena parte de esa radiación toque la superficie del planeta. En suma, actúa como un refrigerante sin el cual ya nos habría cocido el efecto invernadero.

Miguel Boyer Arnedo, Calentamiento y desastre en Nueva Orleans (fragmento) en El País del 21 de septiembre de 2005

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