Al día siguiente
"Hay
una imagen que sigue, implacable, a los festejos de masas. La vemos
después de las ramadas del Dieciocho, por ejemplo. O de los
espectáculos culturales que se organizan en plazas, parques, estadios.
O luego del paso devastador de los turistas nativos por playas, lagos
del sur, u otros balnearios. Al día siguiente de esas magnas
expansiones del alma popular, en el mismo recinto del jolgorio aparecen
uno o varios hombres cabizbajos que barren o retiran mugres. "Es
casi un símbolo: el desborde sin freno de unos acarrea el trabajo sin
respiro de otros. Suele llamársele “vuelta a lo normal”, y provoca una
severa exclamación de rechazo: “¡Esto no debe ocurrir nunca más!”. En
el fondo, sin embargo, quienes dejaron un rastro de basura no se
arrepienten de haberlo hecho, ni perdieron su capacidad de volver a las
andadas cuantas veces les parezca. Solo les falta, por ahora, un buen
pretexto. "Las elecciones conllevan un paralelo de ese
restablecimiento exterior de “la normalidad”. Una vez que han
terminado, además de lienzos, muros rayados y papeles, quedan flotando
en el aire las voces furibundas, las recriminaciones mutuas, los dichos
hirientes, que ensuciaron el paisaje y que alguien debe retirar. Y
también surgen aseadores que adecentan el paisaje". Extractado de un texto de Guillermo Blanco, publicado en La Nación
de Santiago de Chile este 18 de enero de 2005. La foto es de Miguel
Ángel Larrea. En ella caben la magnífica victoria y sus protagonistas,
y también sus límites y su día siguiente.